De Tales a Aristoteles
Una breve historia de la filosofía clásica
Parménides, el filósofo griego de Elea (Italia) se ocupó del problema del cambio: según su filosofía todo lo que existe ha existido siempre, un pensamiento relativamente común entre los griegos, asegurando que todo lo existente es eterno y que nada puede pasar de no existir a existir, y viceversa. Pero Parménides fue más lejos, añadiendo que todo cambio es aparente y engañoso, y que en realidad no existe el cambio.
Aunque a Parménides los sentidos le mostraban constantes cambios a su alrededor, la razón le indicaba lo contrario, y en aquella disputa interior sobre lo que creer acabó venciendo la razón. Este filósofo aseguraba que los sentidos solo ofrecen imágenes erróneas de la realidad, meras ilusiones y que solo debemos confiar en la razón. A los filósofos que anteponen la razón a los sentidos se les denomina racionalistas.
Este punto de vista encuentra un objetor en un filósofo coetáneo, Heráclito. Nacido en Éfeso, Heráclito discrepaba con los pensamientos de Parménides radicalmente, pues aseguraba que el cambio era la principal característica de la realidad. “Todo fluye” su cita más célebre, resume perfectamente su pensamiento: Para Heráclito un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río, pues al hacerlo por segunda vez, ni el río ni él son los mismos.
Además Heráclito anteponía los sentidos a la razón en lo referente al conocimiento y su obtención. Otro punto de la filosofía de Heráclito es el origen de las cosas y la principal característica de la realidad: para él, el mundo se basa en contradicciones: si no tenemos hambre no sabremos apreciar la comida, si no enfermamos no comprenderemos el estado de salud, etc. Para él, sin contrastes, el mundo dejaría de existir.
Empédocles de Sicilia trató de unificar tan opuestas filosofías aceptando que todo cambia, pero que uno debe fiarse de sus sentidos en la búsqueda de conocimiento. Sin embargo Empédocles rechazó la idea de que el arjé fuera un solo elemento. Para él el arjé eran en realidad cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire; y todo lo existente contenía estos cuatro elementos, pero en distintas proporciones.
Empédocles aseguraba que todos los cambios de la naturaleza son producidos por la separación y posterior mezcla de estos elementos.Para Empédocles todo cambia, pero nada cambia en realidad. Me explico: El hombre aprecia cambios, pero en realidad los cuatro elementos permanecen inmutables, luego, en esencia, no hay cambio. Para él la causa de estas separaciones y uniones se debe a la actuación de dos fuerzas que llamó “amor” y “odio”.
Anaxágoras opinaba que la naturaleza está compuesta de piezas minúsculas, invisibles para el ojo humano. Así pues todo puede dividirse en algo más pequeño, una unidad indivisible que denominó semillas u omeomerias. Para Anaxágoras, estas minúsculas semillas en las que se divide todo lo existente contienen la esencia de aquello que conforman, como el ADN de las células alberga la información genética del organismo que forman. Fue además el primer filósofo ateniense del que se tiene constancia.
Demócrito estaba de acuerdo con sus predecesores en que los cambios no se debían a que las cosas realmente cambiaran. Suponía pues que todo estaba construido por unas pequeñas e imperceptibles piezas, eternas e inalterables; a las que llamó “átomos”. Demócrito decía que existía un sinfín de diferentes átomos en la naturaleza y precisamente por tener distinta forma podían componer diferentes cuerpos, conformando así todo lo existente.
Este filósofo no creía que existieran fuerzas que intervinieran en la naturaleza, para él solo existen los átomos y el espacio vacío: en la naturaleza todo sucede mecánicamente. Demócrito consideraba que el alma estaba también compuesta por átomos.